De
las dos versiones que circulan acerca del origen del film Sed de
mal (Touch of Evil, 1958), de Orson Welles, es sin duda la
segunda la más atractiva y la que más enriquece la leyenda ya de
por sí bastante alimentada del cineasta. Según esta versión,
Welles estaba interesado en dirigir un largometraje para Albert
Zugsmith, productor conocido en la industria como “Rey de la serie
B”, con quien el cineasta acababa de trabajar como actor en el film
Man in the Shadow (1957), de Jack Arnold. Cuando Zugsmith
ofreció a Welles escoger entre un montón de guiones, este le pidió
que le entregara el peor de todos, esperando poder demostrar que era
capaz de realizar una gran película a partir de un mal guión.
Welles rehizo así en tres semanas y media el trabajo de los
guionistas Franklin Coen y Paul Monash, recuperando teóricamente
elementos de la novela que les había servido de base (1) y de la que
en un principio habían tomado el título original Badge of Evil,
escrita por dos autores que utilizaban el seudónimo de Whit
Masterson, y que había sido publicada en 1956 por la editorial Dodd
Mead. La obra maestra de Welles entraría a formar parte del grupo de
los tres films noirs más importantes e influyentes de la
década de los 50, que compartían el hecho de partir de novelas
menores. Los otros dos serían Atraco perfecto (The
Killing, 1956) de Stanley Kubrick, que adaptaba la novela Clean
Break (1955), de Lionel White, y sobre todo, por la diferencia
cualitativa entre libro y adaptación fílmica, El beso mortal
(Kiss Me Deadly, 1955) de Robert Aldrich, basada en la obra de
Mickey Spillane publicada en 1952.